jueves, 14 de agosto de 2008

ANDACULTURA presenta: DOWN BY LAW

Down by Law

(1986)

Dirección: Jim Jarmusch
Guión: Jim Jarmusch
Música: John Lurie y Toms Waits
Fotografía: Robby Müller
Género: Comedia
Reparto:
Tom Waits (Zack), John Lurie (Jack), Roberto Benigni (Roberto), Nicoletta Braschi (Nicoletta), Ellen Barkin (Laurette), Billie Neal (Bobbie)

En la cárcel Zack, Jack y Roberto deberán compartir celda. Zack es un DJ; Jack, un chulo de poca monta y Roberto, un turista italiano. Jack y Zack no se llevan nada bien, su mutua antipatía no desaparecerá ni siquiera después de lograr evadirse de la cárcel. Será a Roberto a quien deban esta evasión. Roberto es el típico turista que quiere ser amigo de todos, para él nunca pasa nada y se dedica a anotar en su cuaderno las palabras nuevas que va aprendiendo.

Fábula minimalista sobre los desheredados, la soledad e incomunicación. Película de escaso presupuesto, fotografía en blanco y negro, con actores underground, banda sonora de Tom Waits, un relato fragmentado mediante la abundancia de tiempos muertos, la importancia del espacio y la poca importancia del argumento.
Todo parte de una película de tremendo encanto, humor marciano y, como de la enumeración de esos elementos se desprende, auténtica independencia. Pero todo inconsistente ante la que me parece la principal característica: la forma que tiene Jarmusch de construir lo que nos está contando
la vertiente más, tradicional del cine manejaba (y maneja, no es algo exclusivo del cine clásico aunque sí es más característico) una máxima: si quitas algo y la historia sigue funcionando es que sobra. Es decir, una labor de “poda” al servicio de una máquina narrativa perfectamente engrasada de tal manera que todo lo superfluo quede “ausente”.

Mostrar lo superfluo fue una de las características, por ejemplo, de Godard y la Nouvelle Vague, y Jarmusch, tomando buena nota de ello, le da una vuelta de tuerca al asunto; por supuesto lo superfluo muchas veces sirve para conocer a los personajes, pero Jarmusch, como digo, va más allá.

Jarmusch parece llevar la contraria a esa máxima y decir: todo lo que sirva a los fines de una narración tradicional hay que quitarlo. Configurando así una “narración por ausencias” que va en contra de los hábitos de la costumbre cinematográfica. Las presentaciones de los personajes (salvo la de Waits) son a través de diálogos insustanciales, cuando la policía los atrapa lo que nosotros vemos es la conversación (con toda la insipidez de una conversación a tiempo real) en la que se deciden a dar el paso que les llevará a la cárcel, no vemos casi su detención, juicio o ingreso en prisión, sólo una tremenda elipsis y luego la cárcel. Con la fuga igual, nada de preparativos ni ejecución del plan (que es lo que una película convencional nos mostraría o incluso lo que sería el nudo de la misma, pero que aquí es engullido por una elipsis descomunal); en la posterior huída no se recrea en persecuciones, sólo en conversaciones, de nuevo y aparentemente, insustanciales... Las propias relaciones de los personajes están configuradas a través de diálogos de escasa profundidad en apariencia, nada de un desarrollo convencional de personalidades. Incluso ahí Jarmusch omite lo “esencial” y se queda con lo que normalmente no está en las películas.

¿Aplicaciones prácticas de esto? Amigo, no hace falta dinero para contar una historia. La “narración por ausencias” es posible, puede hacerse, es divertida. Y lo ausente no cuesta apenas dinero.
SABADO 16 DE AGOSTO
22.00Hs
TABERNA HORMIGA

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